«Don Ramón Menéndez Pidal buscó en esta casa, apartada entonces del bullicio ciudadano, un ambiente donde la vida familiar y el estudio se asociaron indisolublemente. Rodeada de un sencillo jardín donde los olivos de la paz tienen a su lado las jaras y romeros de la flora serrana, esta casa fue vivienda, biblioteca y taller familiar».
Rafael Lapesa

VISITAS

VISITAS GUIADAS PARA GRUPOS

Grupos a partir de 14 personas.

HORARIOS

Para consultar horarios (mañanas, tardes y fines de semana) y reservar visita:
[email protected]
913 59 47 24 (de 10 a 14:00h)

VISITAS ESCOLARES

Para grupos de entre 20 y 30 alumnos que serán acompañados por dos guías. Primaria, ESO y Bachillerato.

Más información:
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913 59 47 24 (de 10 a 14:00h)

DONDE ESTAMOS

Calle Menéndez Pidal 5, 28036 Madrid

La visita consiste en un recorrido guiado por el jardín y el interior de la casa donde residió y trabajó la familia Menéndez Pidal-Goyri.

Un Olivar que se convirtió en uno de los centros intelectuales más relevantes de España, donde un pequeño grupo de pensadores fue el principal artífice de la profunda transformación en la vida cultural española ocurrido en el primer tercio del siglo XX.

La casa, construida en 1924 y protegida desde 2006, conserva los muebles y decoración de su época y alberga numerosos archivos y bibliotecas; una extensa colección documental que incluye el Archivo del Romancero, el Archivo de la Historia de la Lengua española, el Archivo Pedagógico María Goyri/Jimena Menéndez Pidal, etc.

En el jardín campestre se conservan olivos centenarios, madroños, albaricoqueros, árboles frutales y arbustos olorosos, jaras, romero y mejorana originarios de la Sierra de Guadarrama.

El secreto del Olivar de Chamartín está en su sencillez. Un Olivar histórico por la memoria que atesora, por su labor pasada y labor cultural futura; un paraíso campestre e intelectual, milagrosamente salvado en medio del Madrid Norte. Un espacio único donde el canto de los pájaros acompaña un silencio ambiental que anima a pensamientos de profundidad.

«Toda la casa conserva la presencia espiritual de aquel claro varón que fundó la escuela filológica española y la puso al nivel de la mejor europea; que descubrió a España la tradición épica, hasta entonces borrosa o ignorada, alentadora de las grandes realizaciones históricas hispanas que con su interpretación del pasado español nos llevó a meditar lo que en éste hay de excelente y lo que es preciso repudiar. Pero en esta casa no habitan sólo los recuerdos: en ella se mueve la actividad interna y fructífera de un experimentado grupo de investigadores que continúan las tareas emprendidas por el maestro». Rafael Lapesa, 1985.